En septiembre de 2007, me di cuenta que mi gatita Mimí estaba enferma. No comía y estaba recostada todo el tiempo. Antes de eso, había ya remarcado que ella no estaba tan activa como antes en el jardín, por ejemplo evitando treparse a los árboles.
La había llevado al veterinario para un chequeo, sin embargo él no pudo encontrar ningún problema. Luego fui a ver a otro veterinario que hizo radiografías, aunque esto tampoco tuvo resultados. Durante este tiempo, Mimí se veía de más en más afectada y pasiva. Finalmente, ella comenzó a comer un poco más, aunque ese fue el único mejoramiento que su estado mostró.
Luego de una conversación desesperada por teléfono con mi veterinario, fui a verle con Mimí. Durante el examen, Mimí reaccionaba violentamente a cada intento de tocar su espalda. Puesto que los exámenes médicos no podían postrar nada nuevo, el veterinario concluyó que era tiempo de intentar una terapia ortomanual.
Yo no había escuchado hablar del método ortomanual, pero uno está dispuesto a hacer mucho por su animal. La cita fue hecha rápidamente por teléfono y mi historia fue escuchada con mucha empatía. Dos días más tarde, puse a mi gata en su jaula y partí hacia Noorden. Allí fue probado que su columna vertebral estaba mal posicionada en dos lugares diferentes. La doctora Aharon aplicó la manipulación ortomanual para poner sus vertebras en el lugar correcto. Ella me aconsejó que hiciera un esfuerzo para que Mimí se moviera lo menos posible y que no la dejara salir durante las dos semanas siguientes.
Esto no fue difícil al principio porque Mimí tenía el dolor en la espalda. Pero luego de 10 días, fue casi imposible controlarla. De un animal miserable y apático, ella se convirtió en una gata dominante, ocupada de correr de aquí para allá. En breve, ella se convirtió en ella misma. Puedo decir que encontré a mi Mimí de nuevo, una picara a su suerte, que trepa sobre todos los árboles del jardín.
¡Gracias por su ayuda!
Sra. Bogaards